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Es fácil alabar a Dios, leer la Biblia y tener el corazón rebosando de alegría cuando todo está bien, pero en momentos difíciles como un accidente, un divorcio o una pérdida qué enfrentar, parece que nuestra devoción al Creador es arrasada y de nuestros corazones se esfuma la dicha.

No obstante, la adoración a Dios es algo que debe hacerse a pesar de las circunstancias en las que nos encontremos, porque nuestra fortaleza viene desde los cielos y el Salvador nos protegerá aun en los peores momentos de la vida.

La historia de Job es conmovedora, con un inicio feliz, un nudo tormentoso y un final glorioso. A este hombre se le fue quitado lentamente todo lo que tenía, ovejas, bueyes, criados, familia y hasta su salud. Además, sus amigos lo acusaron de haber pecado y que por esa razón Dios lo estaba castigando, incluso su esposa le dijo que maldijera al Altísimo y que después se muera.

Tómate un momento para imaginar el sufrimiento que vivió Job. Todo el dolor físico causado por las llagas en su cuerpo y dolor emocional que sintió por la traición y abandono de la gente que conocía.

Fue tanto el padecimiento que Job enfrentó, que deseó nunca haber nacido, pero a pesar de todas sus tribulaciones, nunca maldijo el nombre de Dios.

«y dijo: … Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.»

Job 1:21 b (RVR 1960)

Cuando atravesamos por crisis, problemas y enfermedades, nuestra prioridad es quejarnos ante Dios y culparlo por la tribulación que nos aflige. Pero miremos a Job, él pasó por peores cosas y aun así alabó y bendijo a Dios.

Ya sea que estés enfrentado una situación crítica en tu vida, pero recuerda que, así como Job bendijo al Redentor en su aflicción, tú también debes de adorar en la tribulación.

¿Tuviste alguna experiencia donde a pesar de tu crisis adoraste a Dios?

La gratitud es un valor muy importante porque es el reflejo de un corazón complacido. Pero muchas veces olvidamos que la gratitud está sentada en una base sólida de razones que, a su vez, son de primordial conocimiento en la vida del cristiano. Es verdad que hay más motivos para estar agradecidos con Dios, pero los que te presentamos hoy están basados en cada letra de la palabra gratitud.

¿Por qué debo ser agradecido con Dios?

1. Gracia: Porque Dios tuvo misericordia de nosotros y nos salvó de nuestros pecados.

«Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios.»

Efesios 2:8 (NTV)
2. Redención: Porque fuimos redimidos; es decir, libres mediante la sangre de Jesucristo.

 «En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia.»

Efesios 1:7 (NVI)
3. Amor: Porque Dios tuvo tanto amor por nosotros que sacrificó a su único Hijo.

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.»

Juan 3:16 (RVR 1960)
4. Tiempo: Porque Dios nos regaló algo valioso que es el tiempo y lo tenemos principalmente para glorificar el nombre de Dios y también para realizar nuestras actividades cotidianas.

 «En esta vida todo tiene su momento; hay un tiempo para todo»

Eclesistés 3:1 (TLA)
5. Inteligencia: Porque mediante Dios obtenemos conocimiento y sabiduría para tomar buenas decisiones y para tener una mejor comprensión de la Biblia.

«Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios.»

Proverbios 2:6 (NVI)
6. Templanza: Porque Dios nos ayuda a tener dominio propio en diferentes circunstancias de la vida.

 «Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.»

2 Timoteo 1:7 (RVR 1960)
7. Unidad: Porque Dios nos permite ser parte de una iglesia y así permanecer en unidad con otros creyentes.

«La iglesia de Cristo es como el cuerpo humano. Está compuesto de distintas partes, pero es un solo cuerpo.»

1 Corintios 12:12 (TLA)
8. Dedicación: Porque Dios tiene cuidado especial de nosotros, dedica su tiempo para oír nuestras peticiones y ayudarnos en momentos difíciles.

«Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes.»

1 Pedro 5:7 (TLA)
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